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¿Cuánto nos cuesta decir: "¡Dios mío, ayúdame! Ten piedad de mí!". ¿Hay algo más fácil que esto? Y esto poco bastará para salvarnos si somos diligentes en hacerlo.
¿Cuánto nos cuesta decir: "¡Dios mío, ayúdame! Ten piedad de mí!". ¿Hay algo más fácil que esto? Y esto poco bastará para salvarnos si somos diligentes en hacerlo.