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  • Conócete a ti mismo Una vez que empiezas a conocerte a ti mismo, descubriendo quién eres y a dónde perteneces y quiénes son tus parientes, espiritualmente hablando, así como en el marco de referencia terrenal, llegas a la asombrosa y abrumadora comprensión de que eres un hijo de Dios, que le perteneces, que Él es tu Padre. Él es nuestro Padre.