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  • Hay hombres tan incorregiblemente perezosos que ningún incentivo que se les pueda ofrecer les tentará a trabajar; tan devorados por el vicio que la virtud les resulta aborrecible, y tan inveteradamente deshonestos que el robo es para ellos una pasión maestra. Cuando un ser humano ha llegado a ese estado, sólo hay un camino que pueda seguirse racionalmente. Con tristeza, pero sin remordimientos, debe reconocerse que se ha vuelto lunático, moralmente demente, incapaz de autogobernarse, y que, por lo tanto, debe dictarse sobre él la sentencia de reclusión permanente de un mundo en el que no es apto para estar en libertad.

    William Booth (1890). “In Darkest England, and the Way Out”, Bryce