Pero, ese es todo el punto de la corporatización - tratar de eliminar al público de la toma de decisiones sobre su propio destino, limitar la arena pública, controlar la opinión, asegurarse de que las decisiones fundamentales que determinan cómo se va a dirigir el mundo - que incluye la producción, el comercio, la distribución, el pensamiento, la política social, la política exterior, todo - no están en manos del público, sino en manos de un poder privado altamente concentrado. En efecto, una tiranía que no rinde cuentas al público.