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A Dios no le ofenden tus sueños más grandes ni tus oraciones más audaces. Le ofende todo lo que no sea eso. Si tus oraciones no son imposibles para ti, son insultantes para Dios.
A Dios no le ofenden tus sueños más grandes ni tus oraciones más audaces. Le ofende todo lo que no sea eso. Si tus oraciones no son imposibles para ti, son insultantes para Dios.