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Dios me ama y tiene un plan perfecto para mí. Su plan me llevará por muchos altibajos, pero si le soy fiel, al final hará que todo sea para mi bien. Ahora, cuando juego al baloncesto, no juego para nadie más, sólo juego para Dios. Ese es el tipo de propósito que me dio, y una vez que me dio ese propósito, es cuando encontré mi paz, y una vez que obtuve mi paz, es cuando obtuve mi alegría.