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Una vez bautizados, recibimos el Espíritu Santo, un don especial de Dios que no tiene precio. El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo y nos guía a toda verdad y nos consuela y nos da paz para el resto de nuestras vidas.
Una vez bautizados, recibimos el Espíritu Santo, un don especial de Dios que no tiene precio. El Espíritu Santo da testimonio del Padre y del Hijo y nos guía a toda verdad y nos consuela y nos da paz para el resto de nuestras vidas.