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No murió de ningún achaque, de ninguna ráfaga,
sino que cayó como un fruto otoñal que ha madurado mucho tiempo:
Incluso sorprendido, porque no cayó antes.
El destino parecía haberle dado cuerda durante ochenta años;
Pero corrió fresco diez inviernos más;
Hasta que como un reloj gastado por el tiempo,
Las ruedas de la vida cansada al fin se detuvieron.