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Adiós, un largo adiós a toda mi grandeza. Este es el estado del hombre: hoy echa las tiernas hojas de la esperanza, mañana florece, y lleva sus sonrojantes honores a cuestas: Al tercer día viene una helada, una helada mortal, y -cuando piensa, buen hombre fácil, con toda seguridad su grandeza está madurando- corta su raíz, y entonces cae, como yo.