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Va a ser un largo y duro camino; se requerirá paciencia, valor, fe que resista cuando la esperanza falle, si queremos domar la ruda barbarie del hombre, para que la era atómica se convierta en una bendición, no en una maldición. Nunca hubo un día como éste para el Evangelio cristiano. Que Dios nos ayude a todos en estos años venideros a hacer que el Evangelio viva en los hombres y en las naciones.