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Amar a alguien es verlo siempre como el milagro que es; como el milagro de que exista, el milagro que hace que tu propia existencia simultánea parezca afortunadamente improbable y, por tanto, desafiantemente milagrosa; es mostrarle, en tus ojos y a través de la forma en que lo miras, la belleza ilimitada de su verdadero ser milagroso; es decirle en cada mirada: "Creo en los milagros porque creo en ti".