-
Tarde te he amado, oh Señor; y he aquí, Tú estabas dentro y yo fuera, y allí te busqué. Tú estabas conmigo cuando yo no estaba contigo. Me llamaste, lloraste y rompiste mi sordera. Brillaste, resplandeciste y disipaste mi ceguera. Me tocaste, y ardí por tu paz. Por Ti mismo nos has hecho, e inquieto está nuestro corazón hasta que en Ti encuentra sosiego. Tarde te he amado, Tú, Belleza siempre antigua y siempre nueva. Tú has roto mis cadenas; a Ti ofreceré una ofrenda de alabanza.