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El Sermón de la Montaña no proporciona a la humanidad una guía completa para los problemas personales, sociales y económicos. Expone actitudes espirituales, principios morales de validez universal, como "Amad a vuestros enemigos", "Todo lo que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos", y deja a los cristianos la tarea -sin duda difícil- de aplicarlos en cualquier situación dada.