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Si en el mundo de hoy existiera tal amor como el Señor quiso que existiera, amor a Dios y amor a los semejantes, no habría guerras, contiendas ni peleas entre los hijos de los hombres. Y que los haya, se debe a la indiferencia de los hombres a prestar atención a las amonestaciones y enseñanzas de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.