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  • En la Eucaristía, el Hijo de Dios sale a nuestro encuentro y desea hacerse uno con nosotros; la adoración eucarística es simplemente la consecuencia natural de la celebración eucarística, que es en sí misma el acto supremo de adoración de la Iglesia.

    Alcuin Reid, Pope Benedict XVI (2012). “From Eucharistic Adoration to Evangelization”, p.81, A&C Black