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Dudo que alguien con algo de ternura o imaginación pueda ver la mano de un niño y no asustarse un poco de ella. Es horrible pensar que la energía humana esencial mueva algo tan diminuto; es como imaginar que la naturaleza humana pueda vivir en el ala de una mariposa o en la hoja de un árbol. Cuando contemplamos vidas tan humanas y, sin embargo, tan pequeñas... Sentimos la misma clase de obligación hacia esas criaturas que podría sentir una deidad...