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Cuanto más éxito tienen las empresas, más intentan replicar, duplicar, codificar lo que nos hace grandes. Y de repente están pensando hacia adentro. Piensan cómo podemos seguir haciendo lo que hemos hecho en el pasado sin entender que lo que les ha hecho triunfar es asumir riesgos, cambiar, adaptarse y ser receptivos. Y así, en cierto sentido, el éxito engendra su propio fracaso. Y creo que es cierto para muchas empresas de éxito.