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La sabiduría no permite que nada sea bueno que no lo sea para siempre; que ningún hombre sea feliz sino aquel que no necesita otra felicidad que la que tiene en sí mismo; que ningún hombre sea grande o poderoso que no sea dueño de sí mismo.
La sabiduría no permite que nada sea bueno que no lo sea para siempre; que ningún hombre sea feliz sino aquel que no necesita otra felicidad que la que tiene en sí mismo; que ningún hombre sea grande o poderoso que no sea dueño de sí mismo.