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  • Nuestro tiempo en esta tierra es sagrado, y deberíamos celebrar cada momento.
    La importancia de esto se ha olvidado por completo: incluso las fiestas religiosas se han transformado en oportunidades para ir a la playa o al parque o a esquiar. Ya no hay rituales. Las acciones ordinarias ya no pueden transformarse en manifestaciones de lo sagrado. Cocinamos y nos quejamos de que es una pérdida de tiempo, cuando deberíamos estar volcando nuestro amor en hacer esa comida. Trabajamos y creemos que es una maldición divina, cuando deberíamos utilizar nuestras habilidades para dar placer y difundir la energía de la Madre.