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H. L. Mencken dijo que "todo hombre decente se avergüenza del gobierno bajo el que vive". A estas alturas, sin embargo, ya no me avergüenzo, porque no me identifico con el gobierno bajo el que vivo. Más bien lo considero una organización criminal que, sin provocación alguna, ha decidido declarar la guerra a mis justos derechos, no sólo a los míos, por supuesto, sino a los de todos. Aunque esta vil empresa es mi problema, porque me roba y me acosa implacablemente y sin piedad, no es mi responsabilidad: el clavo no es el martillo.