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La miseria, en fría verdad, pesa menos sobre los que la padecen que sobre las mentes de los que la ven; porque el que tiene frío y se muere de hambre está tan ocupado en sus esfuerzos por obtener calor y alimento que tiene poco tiempo para la autocompasión, y soporta su infeliz condición mejor que los que se encargan de sufrir por él.