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Para todo hombre, la paz del alma es preciosa. Para los que han alcanzado la paz del alma, el cuerpo puede estar en constante movimiento; en el trabajo, en el dolor, pero sus almas, apegadas a Dios, permanecen siempre en una paz inquebrantable.
Para todo hombre, la paz del alma es preciosa. Para los que han alcanzado la paz del alma, el cuerpo puede estar en constante movimiento; en el trabajo, en el dolor, pero sus almas, apegadas a Dios, permanecen siempre en una paz inquebrantable.