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Ahora he derramado mi primera sangre. No siento escrúpulos, ni orgullo, ni remordimientos. Sólo una cansada indiferencia que me acompañará durante toda la guerra.
Ahora he derramado mi primera sangre. No siento escrúpulos, ni orgullo, ni remordimientos. Sólo una cansada indiferencia que me acompañará durante toda la guerra.