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Dichoso el hombre, y sólo él, que puede decir que el día de hoy es suyo: el que, seguro en sí mismo, puede decir: mañana haz lo peor que puedas, porque yo he vivido el día de hoy. Sea bueno o malo, llueva o truene, las alegrías que he tenido, a pesar del destino, son mías. No es que el Cielo mismo tenga poder sobre el pasado, sino que lo que ha sido, ha sido, y yo he tenido mi hora.