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El bosque matutino era completamente nuevo. Una fuerte luz amarilla se acumulaba bajo los árboles; mi sombra aparecía y desaparecía en el sendero, ya que un tercio de los árboles bajo los que caminaba aún estaban desnudos, un tercio extendía una neblina luminosa allá donde crecían y otro tercio bloqueaba el sol con hojas nuevas y enteras. Las serpientes habían salido -vi una brillante y aplastada en el sendero- y las mariposas saltaban y se arremolinaban; el phlox estaba en su apogeo, e incluso los árboles de hoja perenne parecían más verdes, recién creados y lavados.