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Fui a trabajar a las siete de la mañana. Hacia el mediodía nos daban la sopa aguada. Y trabajábamos hasta las siete, ocho o nueve de la noche, a veces más tarde. Y luego volvía a casa andando -no había transporte público- a esa habitación compartida. Y si había comida preparábamos una cena dependiendo de lo que hubiera disponible. Y luego probablemente nos íbamos a la cama porque hacía frío la mayor parte del tiempo. Y vuelta a empezar el día, seis o siete días a la semana.