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Cruel por la culpa, y atrevido por la desesperación, el asesino de medianoche revienta la barra infiel; invade la hora sagrada del descanso silencioso y deja, sin ser visto, un puñal en tu pecho.
Cruel por la culpa, y atrevido por la desesperación, el asesino de medianoche revienta la barra infiel; invade la hora sagrada del descanso silencioso y deja, sin ser visto, un puñal en tu pecho.