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Atravesamos el Sur el Supermartes sin un solo grito o abucheo, sin un solo cartel feo. Hasta que no llegamos a New York y al Norte, la prueba de fuego de la raza y la religión no salió de la boca de los funcionarios públicos.
Atravesamos el Sur el Supermartes sin un solo grito o abucheo, sin un solo cartel feo. Hasta que no llegamos a New York y al Norte, la prueba de fuego de la raza y la religión no salió de la boca de los funcionarios públicos.