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El mejor consejo que recibí de mi tía, la gran cantante Rosemary Clooney, y de mi padre, que era presentador de concursos y presentador de noticias, fue: no te despiertes a los setenta años suspirando por lo que deberías haber intentado. Simplemente hazlo, estate dispuesto a fracasar y, al menos, inténtalo. Eso me ha resonado en los últimos años.