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El gobierno no es razón; no es elocuencia; es fuerza. Como el fuego, es un siervo peligroso y un amo temible. La experiencia nos ha enseñado que es mucho más fácil impedir que un enemigo se postule que desalojarlo una vez que se ha posesionado de él, y cuando se nos quita la libertad de expresión, entonces, mudos y silenciosos, podemos ser llevados como ovejas al matadero.