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Para lograr una verdadera sostenibilidad, debemos reducir nuestro "índice de basura" -aquello que arrojamos permanentemente al medio ambiente y que no se recicla de forma natural para su reutilización- a casi cero. Las actividades productivas deben organizarse como sistemas cerrados. Los minerales y otros recursos no biodegradables, una vez extraídos de la tierra, deben pasar a formar parte del capital social permanente y reciclarse a perpetuidad. Los materiales orgánicos pueden desecharse en los ecosistemas naturales, pero sólo de forma que se garantice que son absorbidos de nuevo por el sistema de producción natural.