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No hay temperamento más poco propicio al interés que la aplicación desganada y la investigación ilimitada, por las que los deseos se mantienen en un perpetuo equilibrio, y la mente fluctúa entre diferentes propósitos sin determinación.
No hay temperamento más poco propicio al interés que la aplicación desganada y la investigación ilimitada, por las que los deseos se mantienen en un perpetuo equilibrio, y la mente fluctúa entre diferentes propósitos sin determinación.