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Por todos los civiles salvados gracias a la presencia de las fuerzas de mantenimiento de la paz, ha habido quienes se han perdido: el personal de las Naciones Unidas que sacrificó su vida por una noble causa. Incluso cuando lloramos a nuestros colegas caídos, su compromiso inquebrantable nos eleva a todos y nos inspira a esforzarnos aún más por la causa colectiva tan elocuentemente contemplada en la Carta de las Naciones Unidas: un mundo libre del flagelo de la guerra.