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Para que la globalización haga realidad su potencial como fuerza positiva, tenemos que examinar más detenidamente los medios con los que gestionamos nuestra creciente interdependencia. No tenemos un gobierno mundial, pero sí una red cada vez más compleja de instituciones que se ocupan de la gobernanza global. Son fundamentales para nuestro futuro y para la legislación internacional sobre derechos humanos.