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Millones de nuestros congéneres siguen viviendo como esclavos contemporáneos, víctimas de prácticas abominables como la trata de seres humanos, los trabajos forzados y la explotación sexual. Innumerables niños son obligados a convertirse en soldados, a trabajar en talleres clandestinos o son vendidos por familias desesperadas. Se maltrata a las mujeres y se comercia con ellas como si fueran mercancías. Hogares y pueblos enteros trabajan en condiciones de servidumbre por deudas.