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La inspección más inteligente de cualquier número de cuadros no convertirá al observador en pintor, ni escuchar una serie de óperas convertirá al oyente en músico, pero los buenos jueces de la música y la pintura pueden formarse así. El ajedrez difiere de éstos. La lectura inteligente de buenas partidas no puede dejar de hacer del lector un mejor jugador y un mejor juez del juego de los demás.