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Aunque nunca lleguemos a comprender la vida humana, sabemos con certeza que es un movimiento, sea de la naturaleza que sea. La existencia del movimiento implica inevitablemente un cuerpo que se mueve y una fuerza que lo mueve. Por lo tanto, dondequiera que haya vida, hay una masa movida por una fuerza. Toda masa posee inercia; toda fuerza tiende a persistir