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El baño calma los nervios. Favorece la transpiración general, acelera la circulación, supera las obstrucciones del sistema y actúa beneficiosamente sobre los riñones y los órganos urinarios. El baño ayuda a los intestinos, el estómago y el hígado, dándoles energía y nueva vida. También favorece la digestión y, en lugar de debilitar el sistema, lo fortalece... y se obtiene un flujo más fácil y regular de la sangre a través de todos los vasos sanguíneos.