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Los laboratorios se alegraron de que fuera lo bastante valiente como para intentar programarlo y el ordenador de 5 millones de dólares quedó enteramente a mi disposición. Yo era su cobaya humana.
Los laboratorios se alegraron de que fuera lo bastante valiente como para intentar programarlo y el ordenador de 5 millones de dólares quedó enteramente a mi disposición. Yo era su cobaya humana.