En las dos últimas décadas, la industria farmacéutica se ha alejado mucho de su elevado propósito original de descubrir y producir nuevos medicamentos útiles. Esta industria, que ahora es principalmente una máquina de marketing para vender medicamentos de dudoso beneficio, utiliza su riqueza y poder para cooptar a todas las instituciones que puedan interponerse en su camino, incluidos el Congreso de Estados Unidos, la FDA, los centros médicos académicos y la propia profesión médica.