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La película, al igual que el libro que la precede, es una máquina expertamente construida para la producción masiva de lágrimas. Dirigida por Josh Boone, "Enamorado", con un respeto escrupuloso por la novela juvenil superventas de John Green, la película se propone hacerte llorar, no sólo resoplar o ahogarte un poco, sino sollozar hasta que te gotee la nariz y se te ponga la cara colorada. Y lo consigue.