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Creo que a veces podemos utilizar la espiritualidad como vehículo para acercarnos a las cosas que nos asustan y otras veces podemos utilizarla como escudo. Yo también soy culpable de ello. Creo que las palabras espirituales pueden hacer una cosa o la otra. Porque cuando oigo a la gente decir, en un entorno religioso, "Gloria", "Alabado sea el Señor", "Aleluya", pero no significa nada, en realidad son palabras que nos alejan de Dios, irónicamente.