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  • Amigos y vecinos se quejan de que los impuestos son, en efecto, muy pesados, y si los que nos impone el gobierno fueran los únicos que tuviéramos que pagar, podríamos pagarlos más fácilmente; pero tenemos muchos otros, y mucho más gravosos para algunos de nosotros. Nuestra ociosidad nos impone el doble de impuestos, nuestro orgullo el triple y nuestra insensatez el cuádruple.

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