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La grandeza de Dios, del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, es la que, bien considerada, sostendrá el ánimo de aquellos de los suyos que se asustan con la grandeza de sus adversarios.
La grandeza de Dios, del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, es la que, bien considerada, sostendrá el ánimo de aquellos de los suyos que se asustan con la grandeza de sus adversarios.