Qué aburrido sería el universo si todo en él se ajustara a nuestras expectativas, si no contuviera nada que nos sorprendiera o desconcertara o confundiera nuestro sentido común. Hace un siglo nadie preveía la existencia de agujeros negros, un universo en expansión, océanos en las lunas de Júpiter o ADN. ¿Qué puede ser más enriquecedor que saber que compartimos un origen común con todos los seres vivos, que somos parientes de los chimpancés, las secuoyas y los moluscos? ¿Y no es una fuente de asombro darse cuenta de que el hierro de nuestra sangre y el calcio de nuestros huesos se crearon en el vientre de las supernovas?