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Es muy alentador y alentador para mí saber que en los esfuerzos que he hecho y estoy haciendo para la restauración de una paz justa en nuestro país, soy sostenido y apoyado por los buenos deseos y oraciones del pueblo de Dios. Nadie es más consciente que yo de que, sin Su favor, nuestra mayor sabiduría no es más que una tontería y que nuestros esfuerzos más denodados no servirían de nada a la sombra de Su desagrado.