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A los desertores norcoreanos les suele costar asentarse. No es fácil para alguien que ha escapado de un país totalitario vivir en el mundo libre. Los desertores tienen que redescubrir quiénes son en un mundo que ofrece infinitas posibilidades. Elegir dónde vivir, qué hacer, incluso qué ropa ponerse por las mañanas, ya es bastante difícil para quienes estamos acostumbrados a tomar decisiones; puede ser totalmente paralizante para quienes el Estado ha tomado las decisiones por ellos durante toda su vida.