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  • Un soldado norcoreano recordaría más tarde a un compañero al que le habían regalado un cortaúñas de fabricación estadounidense y se lo enseñaba a sus amigos. El soldado cortó unas cuantas uñas, admiró los bordes afilados y limpios, y se maravilló de la mecánica de este simple artículo. Entonces se dio cuenta, con el corazón encogido: Si Corea del Norte no podía fabricar un cortaúñas tan fino, ¿cómo podría competir con las armas estadounidenses?

    Barbara Demick (2010). “Nothing To Envy: Real Lives In North Korea”, p.168, Granta