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No se puede sobrevivir sin esa cualidad intangible que llamamos corazón. La marca de un jugador de élite no es cuánto gana cuando está ganando, sino cómo gestiona sus derrotas. Si ganas durante treinta días seguidos, eso no cambia nada si el día treinta y uno tienes una mala noche, te vuelves loco y lo tiras todo por la borda.