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  • Te duermes con un sueño de clima veraniego,
    te despiertas con el estruendo de la lluvia.
    No hay nada ahí fuera salvo plumas de hierba cargadas de gotas
    y aire lluvioso. La mesa de plástico de la terraza
    ha perdido tres patas de camino a la valla del jardín.
    Las montañas han tenido la sensatez de desaparecer.
    Es el temperamento celta: viento, luego torrentes, luego remordimientos.
    La gloria se eleva como una cortina sobre el agua lejana.
    La vieja casa de piedra, que nos ha guiado a través de la oscuridad,
    atraca en un charco de sombra propia.
    Esa grieta que se ensancha en la penumbra es como la buena suerte.
    Suerte, de la que ni tú ni el mañana podéis depender.

    Anne Stevenson, “Drench”